En plenas fechas de reuniones familiares y de empresas, acudir a restaurantes o pedir a domicilio se convierte en una realidad predominante, dándose una gran demanda de gastronomía internacional.
Especialmente, en los últimos años, la comida japonesa ha proliferado en España, habiéndose relacionado enormemente con nuestro concepto de comida elegante. De hecho, según sondeos, se prevé que la venta de comida japonesa se dispare en lo que queda de año, ya que su formato, bastante similar a las tapas, da lugar a banquetes muy vistosos a precios asequibles.
No obstante, aunque deliciosa, la comida japonesa alberga innumerables sabores, siendo preciso seleccionar bebidas que además de ayudar a pasar los alimentos, limpien el paladar, para lograr degustar los distintos matices de cada uno de los elementos que conforman los platos.
La comida japonesa y la elección de la bebida adecuada
La siguiente guía es orientativa, por lo que, sin ser excesivamente extensa, se tratará de realizar un recorrido por todas las opciones, para que el lector pueda elegir la tipología de bebida que mejor se adapte a su gusto.
- Sake
Encabezando la lista no podía faltar el sake, una de las bebidas más emblemáticas de la cultura nipona. Obtenido a partir de la fermentación de los azúcares presentes en el arroz, esta bebida alcohólica, marida bien con todo tipo de alimentos.
En función del pulido del arroz, el sake tendrá más o menos graduación y será más afrutado o más seco. Asimismo, se puede consumir frío, templado o caliente en función de la preferencia del consumidor, aunque dadas las limitaciones de algunos restaurantes, nunca está de más consultar la recomendación de la casa.
- Vino blanco
Si bien el sake puede causar reticencia en aquellas personas que no lo hayan probado con anterioridad, el vino blanco, en contraposición, se podría catalogar como un viejo conocido, que no sólo cumple con la función del sake, sino que presenta una gran variedad de matices que contrastan a la perfección con el pescado y los sabores dulces de la gastronomía japonesa.
El mejor vino blanco para este contexto, sería aquel que sea afrutado, fresco, aromático y con elevado índice de acidez. Algunos ejemplos serían:
- Chardonnay
- Sauvignon Blanc
- Pinot Grigio
- Riesling
- Verdejo
- Albariño
- Vino tinto
Aunque una combinación compleja, en la medida que, debido a su intensidad, el vino tinto puede eclipsar el suave sabor del marisco e incluso dejar mal sabor de boca al no llevarse con otros sabores fuertes como el de la salsa de soja o el wasabi, la buena noticia para los enófilos es que seleccionando tintos suaves no debería haber problema para continuar disfrutando de los banquetes navideños.
El secreto está en pedir vinos tintos ligeros, con buena acidez y baja concentración de taninos, es decir, que sean vinos jóvenes, que, debido a su consecuente frescor y ligereza, acompañen los sabores sin amargar y limpien la boca dejando un sabor afrutado.
En este caso, la pinot noir se presta bien a sabores consistentes como el del atún, además de reducir el picor del wasabi y otras salsas y eliminar la sensación grasa de los aceites en el paladar.
- Vino rosado y espumoso
En último lugar, pero no menos importante, el vino rosado suele resultar la opción predominante por dos motivos, su suavidad y frescura y su gran capacidad para mitigar sabores de un plato al otro, gracias a su muy adecuada acidez.
Por otro lado, los espumosos, como un buen cava rosado, funcionan a la perfección como transición e incluso como digestivo, ofreciendo una cualidad para eliminar sabores residuales incluso mayor que todos los anteriores gracias a la acción de las burbujas.
Algunos ejemplos a considerar para elegir el rosado perfecto son los siguientes:
- Cabernet sauvignon
- Garnacha
- Pinot meunier
Consideraciones finales
Todas las opciones anteriormente citadas maridan a la perfección con la comida nipona; sin embargo, una muy buena idea es informarse bien de cuál es el menú antes de seleccionar una bebida, ya que cada una de ellas se comporta de una manera determinada en función del alimento: carne, pescado, verdura, noodles, fritos.
De un modo u otro, la clave para no fallar nunca es recordar que el objetivo es conjugar la acidez y las notas herbáceas con los sabores base del menú, por lo que en función de la intensidad y sabor del mismo habrá mayor o menor margen para seleccionar una bebida más o menos seca, siempre procurando que las delicadas notas sean amigables con las propiedades organolépticas del plato.
Arturo
Estas navidades probé por primera vez el rosado ¡me encantó!
Alberto Gómez
Vino blanco siempre!!!
Javier
alguna vez probé el sake, aunque tiene su sabor me resulta bastante fuerte la verdad que me gustó